La construcción del educador como sujeto es una tarea de vida para los propios educadores. Al mismo tiempo, esta tarea es social y requiere del compromiso y de una disposición hacia el cambio por parte de las instituciones de formación. La construcción del sujeto no puede tener lugar al margen de la construcción de una institucionalidad participativa, donde la crítica se constituya como eje de la práctica. En esto radica nuestra responsabilidad.